EL ESPEJO Y EL CORAZÓN. Alice Whieldon y Nick Pole.

EL ESPEJO Y EL CORAZÓN. Alice Whieldon y Nick Pole.

TALLER APSE Almería 2023, con Alice Whieldon y Nick Pole

El trabajo de Akinobou Kishi inspiró tanto a Alice como a Nick en sus respectivos caminos. En el Taller de APSE 2023 te invitarán a explorar el reto esencial que Kishi ofreció a todos los que estudiaron con él: encontrar su propio “camino” para estar en resonancia consigo mismos y con sus clientes.

 

Alice Whieldon: ¿Por qué Sei-ki?

El Sei-ki es una parte importante de mi vida, así que rara vez me cuestiono por qué lo hago; es una parte cotidiana de mi día a día. Pero en los talleres, al hablar con personas que son nuevas en el trabajo, me pongo a pensar por qué me resultó tan atractivo desde el primer momento y por qué seguí practicándolo. Me pregunto qué es lo que les atrae del trabajo y por qué también siguen haciéndolo.

Antes de conocer a Kishi, el fundador de Sei-ki, había oído hablar de él y sentía curiosidad; parecía un personaje pintoresco que cuestionaba muchas ortodoxias del Shiatsu. Atraía a la rebelde que había en mí. Yo había llegado al final de mi historia de amor con el Shiatsu y estaba dispuesta a pasar página. Pero en un instante él me paró y, en vez de dejarlo, me puse a profundizar. A veces todavía sueño con volver a esa bifurcación del camino y dejar este extraño mundo del contacto y hacer otra cosa. Y entonces veo a un cliente o presento un taller y me vuelvo a enamorar de esta práctica otra vez. Así que probablemente estoy aquí para quedarme, aunque ¡quién sabe!.

Me pregunto por qué sigo queriendo hacer este trabajo. No hay duda de que es difícil y de que no se gana mucho dinero; cuesta explicárselo a quien no se dedica a ello y un número inquietante de practicantes han muerto jóvenes, incluido Kishi. Así que hay razones para dejarlo.

De vuelta a casa.

Cuando conocí a Kishi, fue para una sesión. Era un hombre bajo, más o menos de mi estatura, pero tenía una presencia enorme. Me invitó a tumbarme y, en cuanto se arrodilló a mi lado, supe que había llegado a casa. Su manera de tocar fue la más humana y reconfortante que jamás había sentido. Era exactamente lo que el tacto humano debería ser pero rara vez es. Era un sentimiento esencial, elemental y natural de estar en casa, y al mismo tiempo, una extraordinaria sensación de estar aquí y ahora.

Foto de Anna Shvets

Si pudiéramos meter en un frasco la esencia del tacto de Kishi tal y como la experimenté entonces, sería una mezcla de la voz de mi abuelo riendo apaciblemente de fondo, la fragancia del perfume de mi madre mientras me dormía en las noches de verano, el olor de la hierba cortada en un cálido atardecer y el sonido lejano de una motosierra atrapado en la nítida brisa de un día de principios de otoño, todo mezclado en una profunda experiencia física de bienestar. Eran sensaciones de mi infancia, evocadoras de paz y tranquilidad, la sencillez, la intensa sensualidad y textura de la vida. Detuvo el mundo de los pensamientos desbocados y abrió una ventana a la quietud y la conciencia.

En el tacto de Kishi reconocí algo que ya había sentido antes como una experiencia de “el mundo detenido”, pero aquí estaba, en el contacto humano y el tacto. Así que me dediqué a ser capaz de hacerlo yo misma. Porque ¿qué otra cosa se podía hacer?. Había mucho que “hacer” en la vida, pero una vez experimentada esta otra realidad, era la única verdadera posibilidad tal y como lo ví entonces y lo siguo viendo hoy. También me atrajo lo que Kishi decía sobre la vida y el tacto. Me pareció una verdad evidente y era también interesante. Ofrecía una forma de ver la salud y la vida que resonaba conmigo. Era un alivio escuchar a alguien que expresaba cosas que parecían obvias pero que muy poca gente decía y menos aún hacía.

En los dos últimos años de su vida trabajamos juntos en un libro. Esto también cambió las cosas. Mejoró mi comprensión; me ofreció la extraordinaria experiencia de trabajar de cerca con Kishi; algo que a veces era de otro mundo. También produjo un legado tangible. Kishi murió sólo un año después de la publicación de Sei-ki: Life in Resonance. Me pregunto si sin este libro el Sei-ki habría continuado existiendo durante mucho tiempo. Nunca lo sabremos con certeza, pero sospecho que el libro ha hecho posible que nuevas personas puedan encontrarse con este trabajo y que éste pueda tener una vida después de Kishi.

El arte del Sei-Ki.

Mientras Kishi estuvo vivo tenía un montón de razones para continuar con el Sei-Ki. Pero, después del libro y, sobre todo, después de su muerte, pensé en abandonarlo. Sentí que había hecho mi trabajo y que podía marcharme. Pero, aunque mi permanencia fue a veces tenue, nunca lo dejé del todo. El trabajo me seguía enganchando. Kishi ofrecía un enfoque radical, pero el Sei-ki iba más allá de su persona. No se trataba de él. Lo que él encontró fue una ventana que daba a una realidad alternativa. Y él la ofreció a cualquiera que pudiera captarla. Esta realidad está ahí con o sin ninguna persona.

Foto de Arina Krasnikova

Amo el Sei-ki porque es el acto humano más profundo que he experimentado, tanto en el dar como en el recibir y porque también es un arte. Mis lienzos son breves relaciones con la gente; es como dibujar sobre el agua; pero no deja de ser un arte y hay una profunda satisfacción y alegría al realizarlo. Me encanta porque me ayuda a liberarme del pensamiento estancado y a recordar lo eterno; porque el contacto que tengo con la gente, a través del Sei-ki, no tiene precio; porque veo que otros también se encuentran a sí mismos en este arte tan amable. Es, de hecho, el arte de la bondad humana.

Mi colaboración con Nick.

Durante los años transcurridos desde la muerte de Kishi, he hecho todo lo posible por comprender el Sei-ki y ofrecerlo a los demás. Esto me ha puesto en contacto con mucha gente y he disfrutado de algunas colaboraciones fértiles. Una de ellas es con Nick Pole.

Nick y yo hemos recorrido nuestros propios caminos, pero tenemos puntos en común que aprecio mucho. Cuando trabajamos juntos, en talleres o haciendo intercambios, es para mí, una forma de permanecer abiertos que nos desafía e inspira suavemente. Por supuesto, compartimos suficiente entendimiento común como para poder trabajar juntos, pero también hay diferencias. La colaboración es una invitación a incluir al otro y a abrirse a él al tiempo que permanezco siendo yo misma en el trabajo. En ese espacio aparecen nuevas posibilidades. Esto refleja y refuerza la exigencia de Sei-ki de estar en el momento y abierto a cómo son realmente las cosas. El Lenguaje Limpio que usa Nick es una disciplina de apertura y de dar espacio que complementa al Sei-ki. Cada uno a nuestra manera, tratamos de ser espejos transparentes de la verdad de lo que ocurre, sea cual sea la forma en que la encontremos.

Foto de Lil Artsy

La colaboración también puede ser una oportunidad para olvidarnos de la tendencia a la importancia personal que puede surgir al identificarnos con un enfoque concreto. Porque una colaboración, ya sea con un colega o con un cliente, sólo puede ser real si honra la realidad del momento presente, más allá de lo que mi pequeño “yo” pueda querer, y se abre a la realidad del Otro.

Nick Pole: Colaboración y Ki.

En estas reflexiones tan sinceras sobre su relación con el Sei-ki, Alice nos lleva a un tema que está en el corazón de lo que hago: la colaboración. Integrar el Shiatsu con el Lenguaje Limpio es en sí mismo una especie de colaboración entre dos disciplinas y dos formas distintas de pensar sobre la terapia. El por qué de esto nos lleva a otro tipo de colaboración – una que comienza dentro de tu propio cerebro.

Este cerebro está dividido en dos mitades casi completamente separadas. Por supuesto, se comunican entre sí, pero tienen prioridades muy diferentes. El lado izquierdo está muy ocupado ahora mismo, mientras lees esto, porque es donde procesas el lenguaje verbal. Este hemisferio izquierdo da nombres a las cosas y las clasifica, creando una especie de biblioteca en tu cabeza que te ayuda a dar sentido a tu experiencia en cada momento. El hemisferio derecho, por su parte, se dedica a vivir esa experiencia. Mientras lees esto, sentir el mundo de alrededor y dentro de ti, sucede sin palabras en el “ahora”, de una forma orgánica más que analítica y despierta la interconexión de las cosas.

Necesitamos ambos lados, por supuesto, pero en nuestra cultura la inteligencia del lado izquierdo, “la mente verbal” se valora mucho más que la sabiduría somática a la que accedemos principalmente a través del hemisferio derecho. Este desequilibrio de poder hace que muchos de nuestros clientes no vivan su vida de forma encarnada, sino entre la cabeza y el teléfono móvil. Con un poco de Lenguaje Limpio, podemos invitarles a que vuelvan a prestar atención al cuerpo y a su sentido del “Ahora”. Cuanto más se haga esto, más aprenderán el lado izquierdo y el derecho a respetar sus diferencias y a construir una relación de auténtica colaboración.

El mensaje más profundo.

A menudo, nuestros clientes pueden tener experiencias somáticas misteriosamente poderosas durante el shiatsu o el Sei-ki, pero como su mente verbal no tiene nombres para estas experiencias, ni pueden clasificarlas, se puede perder fácilmente el mensaje profundo que su inteligencia corporal les ofrece. Por eso les explico a mis clientes, al principio de la sesión, que lo que vamos a hacer es algo colaborativo: una colaboración entre los dos que está diseñada para fomentar otro tipo de colaboración entre su propia mente y su cuerpo. Siempre digo que esto no es una conversación psicoterapéutica. El Lenguaje Limpio es sólo un conjunto de preguntas que utilizo para “preparar el terreno” para el tratamiento posterior a través del tacto, y para darle sentido después.

Foto de Alexander Krivitskiy

No sé, y nunca podré saber, lo que ellos están sintiendo en ese extraordinario paisaje interior que se abre, cuando iniciamos este tipo de conversación de Lenguaje Limpio entre la mente y el cuerpo. Pero tan pronto como la inteligencia corporal del cliente sabe que está siendo realmente escuchada, puede llevarle muy profundamente y muy rápidamente a ese paisaje interior. La otra parte muy importante de este enfoque de colaboración es asegurarse de que el cliente se sienta con el control de su experiencia, y pueda hacer una pausa o detenerse en cualquier momento para pasar al shiatsu. Después, cuando el cliente sigue sintiendo todo el beneficio del shiatsu, y su “mente verbal” ha cedido temporalmente su control habitual, volvemos a plantear algunas preguntas más para ayudarle a dar sentido a lo que haya surgido durante el trabajo corporal. Una pregunta que hago increíblemente valiosa es: “¿Y qué sabes ahora de todo eso?”. Esto no sólo ayuda al cliente a ser consciente de lo que ha sucedido, sino que también puede llevarle a algún tipo de compromiso práctico para mantener y alimentar el beneficio que ha obtenido del tratamiento.

Una sesión de Sei-Ki con Alice.

Como parte de nuestra preparación para este taller, Alice y yo hemos estado intercambiando tratamientos para saber cómo experimentamos el trabajo del otro desde el punto de vista del cliente. En las sesiones que tuve con Kishi hace veinte años, él no me solía animar a hablar ni antes ni después del Sei-ki. Pero para mí, hoy en día, como cliente, encontrar las palabras que me vienen mientras me siento conmigo mismo y con mi terapeuta, es una parte esencial del proceso. En una sesión con Alice, le hablé de un asunto particularmente difícil que estaba pasando, que parecía no tener solución posible y que me estaba afectando tanto emocional como físicamente. Al igual que Kishi, Alice no dijo mucho antes de la sesión, pero yo dije lo que tenía que decir y, lo que es aún más importante, me había escuchado a mí mismo diciéndolo. Entonces, al estilo japonés, nos inclinamos el uno enfrente del otro, me tumbé y comenzó la sesión de Sei-ki.

Sentí muchas cosas mientras Alice trabajaba, a veces era un tacto extremadamente delicado y a veces movimientos mucho más fuertes que, de alguna manera, me parecían creativos -y colaborativos- y me invitaban a hacer parte del trabajo yo mismo: a tomar conciencia de alguna parte de mí que deseaba mi atención. Entonces, en los últimos minutos, ocurrió algo que nunca antes había experimentado en ningún tipo de sesión de trabajo corporal. De repente, no tenía ninguna sensación de “yo”. Sin duda, había un cuerpo en el futón, pero tenía la sensación de que ese cuerpo era consciente de sí mismo y estaba completo en sí mismo, sin necesidad de un “yo” que lo guiara.

Vacío puro.

Foto de Tyler Lastovich:

Me gusta la meditación y leer sobre el Zen, así que de alguna manera sabía que ésta era una experiencia reconocible : una especie de vacío, o “no-mente”. Al escribir sobre ello ahora, e intentar encontrar palabras para una experiencia tan poco verbal, me doy cuenta de que mi cerebro izquierdo seguía funcionando en ese momento pero era como si el Sei-ki hubiera reducido temporalmente la carga que le quedaba al dos por ciento. Intenté contarle a Alice lo que estaba experimentando. Me dijo: “Tómate tu tiempo”, igual que haría yo con un cliente al final de una sesión, ya que, a menudo, es cuando todavía se está procesando lo vivido. Me quedé con esta experiencia tan pura, que tenía la suficiente presencia como para mantenerse a pesar del tirón de “salir” de ella, y finalmente me puse de lado y me senté. Al principio quise “anclar” la experiencia de alguna manera, para encontrar una metáfora que me ayudara a acceder de nuevo a este extraordinario estado. Pero entonces recordé que el “vacío” no funciona así. No va y viene, siempre está ahí. Somos nosotros los que vamos y venimos, por mucho que nuestra cabeza piense lo contrario.

Pero al intentar hablar de ello con Alice, y recordando la situación tan difícil que había mencionado al principio, acabé por llegar a esa pregunta tan útil: “¿Qué sabes ahora de todo eso?”. Inmediatamente me vino la imagen del agua filtrándose lentamente en un objeto muy sólido e impenetrable, abriéndose paso a través de las más pequeñas grietas, filtrándose tan profundamente que finalmente el objeto se desmorona. Y eso es lo que ocurrió en realidad, metafóricamente hablando, unas semanas después, con mi problema aparentemente insoluble.

Foto de Eberhard Grossgasteiger:

La colaboración no es una sola cosa. Como nos recuerda el símbolo del Yin/Yang, es un principio que fluye en cada sesión a muchos niveles: entre el profesional y el cliente, el cerebro izquierdo y el cerebro derecho, la mente y el cuerpo, la conciencia y el Ki. Pero como dice Alice, la colaboración sólo puede ser real “si honra la realidad del momento presente”. Para mí, eso es exactamente a lo que nos ayudan estas sencillas preguntas zen del Lenguaje Limpio. Este tipo de colaboración entre las palabras y el tacto es liberador para el terapeuta y fortalecedor para el cliente, así que estoy deseando colaborar con Alice en el taller de APSE – ¡y colaborar contigo si estás planeando unirte a nosotros!